Hace un año, cientos de refugiados llegados en bote desde el norte de África naufragaron y perdieron la vida frente a las costas de Lampedusa. La isla italiana se convirtió así en triste símbolo de la tragedia de la inmigración ilegal. Aunque Europa carezca de planes para enfrentarse al incesante flujo de personas, se consigue salvar a cada vez más náufragos.